Esto es Debatible ¿Es posible el diálogo?
Jesús María Lugo Peña
No hay nadie que conozca el arte de conversar, es decir, de discutir. Conversar es entrar cada uno en el surco de lo que ha dicho el otro, y de proseguir una línea o perfeccionar aquel surco; diálogo es, en suma, colaboración." M. Bontempelli
Hay quien dice que cuanto más tiempo disputamos, tanto más lejos nos hallamos del fin de la disputa.
Estamos enfrascados en una controversia nada fructífera para los intereses y destinos de la Patria, cada quien parece que defendiendo su parcela, su "conuco" puede solo resolver los ingentes problemas que nos están acogotando, ya no es que estamos al borde de una crisis, no, ya estamos en el fondo del barranco y necesitamos del concurso de todos para volver a alcanzar la cima.
Todos los estudios, análisis y opiniones provenientes de todos los sectores tanto internos como externos, corroboran que es necesario rectificar, de darle un giro al timón para recobrar el rumbo perdido.
Comprendo que nos hallamos de acuerdo en dos o tres puntos que entendemos a la perfección, por eso se hace imperativo dialogar sobre dos o tres mil que no entendemos de manera alguna y que requiere de sacrificios, de entendimiento, de diálogo sincero que implica, a veces, ceder un poco en nuestras ideas.
Mirando el mundo en todas sus regiones, apreciamos, observamos que en casi todas partes está presente una crisis pero, están buscando la manera de salir del atolladero mediante negociaciones que a veces resultan onerosas y hasta negatorias de nuestro modo de pensar.
La gran pregunta que nos hacemos la mayoría de los venezolanos se refiere al por qué no se reconoce que estamos extraviados en la ruta, que es necesario rectificar pues el modelo utilizado no ha alcanzado los objetivos propuestos. No, no lo hacemos, nos empeñamos en continuar por el camino equivocado como ha sido comprobado en todos los estados donde se ha querido implementar.
Parece que hay un discutidor falaz que transcurre, que pasa muchas veces sin transición consciente, de lo artificioso de sus sofismas al apasionamiento cierto y a la ilusión que lo hace perder el sentido de responsabilidad ante los hechos negativos.
No existe confianza alguna en la actual forma de conducir al país, uno oye, escucha al soberano y puede apreciar que tiene un dintel de tolerancia extraordinario, aguanta todo -por ahora- pero no sabemos cuándo puede explotar. Dicen también que es muy fácil, terriblemente fácil, hacer tambalear, dudar de la confianza de un hombre en sí mismo. Quien se aprovecha de esta ventaja para conmover el espíritu de una persona, de un pueblo, realiza una labor diabólica.
Por todo lo conversado me inclino de manera consciente y responsable en continuar trillando el camino para hacer posible el diálogo, y se llegue al entendimiento nacional a la brevedad posible y no tener que lamentar por hechos que ignoramos su fatal consecuencia.
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